lunes, 5 de julio de 2010

Cronicas de un Mundo Diferente - Prologo

PROLOGO

¿Saben? Este mundo en el que vivimos está lleno de una hermosa fauna y esplendida flora, fascinantes paisajes e increíbles construcciones, enormes ciudades.

Contamos con una avanzada tecnología, una medicina muy desarrollada, gracias a las cuales, podemos lograr grandes cosas. Tenemos una gran variedad de culturas, creencias y religiones, razas y de maces.

Hasta no hace mucho, yo era nada más que un simple chico de dieciocho años con el nombre de Eric Ramírez, un mexicano común, asentado en Tijuana y sin ninguna aspiración a grandes cosas ni ambiciones, solo uno mas del montón, dirían muchos. Al cual, el apreciar la vida, no era lo suyo.

Pero por uno de esos giros del destino, un día común como cualquier otro, mi vida llego a su fin inesperadamente gracias a un fatídico incidente de transito que ocurrió cuando volvía de mi trabajo a mi casa, no sé si fue por mi descuido, o por que el conductor del camión estaba borracho. El punto es que, lo último que logro recordar de aquello, fue el despertar en una camilla, yendo por un largo pasillo color crema, con azulejos blancos en las paredes y tubos de luz en el techo. Varias personas de bata blanca a mi alrededor, todos con caras desconocidas y borrosas, no tenía idea que tan grabe me encontraba, lo único que sabía en ese momento era que no era bueno mi estado, no sentía nada.

A la única persona que logré reconocer en ese lugar, fue a mi madre, a quien se le notaba la tristeza en su rostro, podía ver débilmente como todos movían sus labios, aún que no podía entender lo que decían, todo estaba en un enorme e incomodo silencio absoluto, solo podía sentir los latidos de mi corazón, los cuales, se percibían cada vez menos continuos y mas espaciosos entre cada uno. Podía notar por medio de mis ojos entre abiertos, como lloraban por mí.

Quise levantarme, despertar y ver que todo fue nada más que un simple mal sueño, una pesadilla. Pero no fue así, y antes de que me percatara de que era lo que iba a suceder después, cerré mis ojos, tomé un gran respiro, y exhalé por última vez, o eso pensé, por que para mí, quien se creía un ateo completo, la muerte no fue el final de mi camino, más bien, sino, el comienzo de uno nuevo. Un nuevo mundo y una nueva vida.

Esta es mi historia, y quiero contársela a ustedes, porque aunque no me lo crean, todo lo que les narraré a continuación, es verdad. Tal vez les cueste entenderlo al principio, a mí también me costó, pero lo harán con cada palabra que lean.

Continúa - Capítulo I “El día que volví a nacer” 

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